Disculpa dulce y celestial armiño; tu roca ha sido objeto de mil abominaciones y condenas a torpes bestias inescrupulosas y sollozantes. Los héroes caídos lloran a sus infieles princesas y grandes riquezas. Han sido despojados de sus miembros y la sangre azul ha sido cambiada por lágrimas de rojo esplendor.
La vista gorda y malévola, convoca a las muchas tristezas de hombres vagabundos y poetas mártires, que día a día hacen de mi; su trabajo elaborado en prosa o simples dichos. Las cocineras han sido robadas por hábiles brujas, que parecen cuervos al alzar vuelo; y el simple cura admira su belleza sintiéndose un tanto erótico, queriendo confesar su pecado al criminal de las voces muertas, victimario de mis desdichas.
La voz fingida; llama a las más fieles palabras, que no son dichas propiamente en prosa, o llevan a un amante a consumirse en el alcohol, y hacer de su vida un trozo de insignificancia. El hilo del amor está un poco triste; casi llora, y se le ve vagabundo por entre paredes de tabaco y piel.
La más virgen y abundante selva, llena de poder y grandeza; solo abraza un alma vencedora y cansada de tanto agonizar. ¡Armiño! Corre a socorrer tu simple e inerte roca, porque su aura se hace chica ante la infinita luna de mejillas gordas y sonrisa esbelta.
El pretexto es… Que la vista gorda, la voz fingida y muchas de las tantas desdichas y tormentos, no son suficientes para romper el hilo. ¡Por lo contrario! Hacen de este, el más resistente y deslumbrante; valorando mucho más tu amor…
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