Esperando tu regreso recito llantos alegres que de amargura me llenan; sintiéndome vacio, gozo en la bastedad de mi inhóspita libertad, que calla a gritos su tenue pero a la vez ordinario pensamiento; y que a veces tan puro de suciedad se encuentra, como un ave al volar por entre el mar se eleva majestuosa; sintiéndose frustrada por sus alas rotas que arden hasta provocar su muerte lenta pero tranquila.
Sospecho que al ver los infinitos crepúsculos, el cielo sordo, se vuelva mi confesionario ante los pasos absurdos de minotauros degollados y ambiciosos; mi vida se ha vuelto una historia épica.
Los enanos corren con sus arcos diminutos, las flechas en oro se sacuden desprendidas de su cuerno pulido. Centauros, guerreros por excelencia; con sus lanzas delgadas y de gran alcance; juegan a amarse por vez primera. Los elfos lloran junto al árbol de la vida, siendo víctimas de la felicidad que por siglos se escondió. Los ciclopes han querido ser malos, pero grandes unicornios bajan del cielo a darles un vistoso paseo por las colonias desechas.
El fuego ha tragado tu dolor; y de paso ha acabado con tus sueños de joven inquieto.
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